jueves, 2 de diciembre de 2010

Historia de una mente...¿perturbada?

Se encontraba bajo la ventana, cegada por el cálido rayo del sol de primavera mientras escuchaba los pájaros cantar. Respiraba el aire fresco de la mañana, húmedo todavía por las gotas del rocío. En su mano sostenía un libro y un rosario. Ya había hecho la oración de la mañana y se había quedado disfrutando de lo que Dios le había dado. Sonó la campana. Se levantó y fue corriendo a la mesilla a dejar las muestras materiales de su fe. Después salió al pasillo, atropellada por un tumulto de gente que corría hacia la misma dirección. Sabía que le esperaba otro día rodeada de hipócritas. Bueno, no todos. Algunos se atrevían a defender lo que creían (o no). Unos por vergüenza, otros por prudencia, otros por el qué dirán y otros por el 'ver, oír, y callar'. Ella era de estas últimas. Sin embargo, no aguantaba a los hipócritas. No, no. Se negaba rotundamente a ver cómo gente que se daba golpes de pecho diciendo lo progres y superateos que eran, luego fueran quienes se aferraran con todas sus fuerzas a un crucifijo y les rezaran hasta a Judas. Tampoco sabía muy bien por qué hacían eso, ¿qué ganaban? ¿qué más da? A mi, si me preguntan - pensaba de vez en cuando - no tendría por qué mentir, ni por qué ocultarlo. Estamos en un país libre ¿no? Pero espera, ¿y si pasara como con los judíos? No, no creo. El Catolicismo es claramente una religión muchísimo más importante que el Judaísmo. Además, la culpa volvería a ser de ellos, porque nuestro Dios no dejaría que eso nos pasase. Dios castiga al pecador, por eso los castiga a ellos. Claro que sí.
Desayunó junto al resto de comensales, pero como si fuera un ente aparte, pasando desapercibida, como de costumbre. Disfrutó del olor a café, a leche caliente y a tostadas recién hechas. 
Volvió a sonar la campana y subió a su cuarto, agarrando de nuevo su libro favorito. Quizá buscaba respuestas. 

(Continuará...)

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