Mirando al cielo se sintió libre una vez más, respiró hondo y recordó quién era. Al fin, lo sabía, e iba a hacerlo.
Fue con paso firme hacia el lugar en el que se encontraría por última vez con su amada. Y por última vez porque había decidido dejar de amarla. Sí, había tomado esa opción. ¿Por qué? Sencillamente, la amaba demasiado como para seguir amándola. Había llegado a la cima. Pero...el amor no tiene cimas, pensó. Vaciló un instante, efímero instante, podríamos decir. Ya daba igual, la decisión estaba tomada. Y, aunque el sentimiento por ella siguiera en aumento o se mantuviera durante décadas, había cerrado esa puerta. No había marcha atrás. Nunca más volvería a ver luz inquietante en sus ojos, porque todo era irreal. Sabía que vivía en una mentira constante. Todo era la mayor farsa del mundo, fruto de su imaginación y su deseo por conquistar un corazón que no le pertenecía. Todo excepto el dolor que le producía cada pálpito y el amor que por ella sentía y del que nadie absolutamente nada sabía.
Recuerda, esto no es una rendición, sólo un método que te hará más fuerte -se dijo- sólo es otra forma diferente de verla. Porque sabes que la vas a seguir viendo ¿no?
De repente, ahí estaba, de frente, justo delante. Con esa sonrisa, y ese pelo, y esos labios, y ese cuello, y esa mirada...
Y ahí se quedó ella, helada, petrificada, paralizada. Simplemente observando detalladamente cómo se acercaba cada vez más y olvidándose de todo lo anteriormente pensado.
Despertó.
Soy imbécil - afirmó. Y pronunció varias palabras malsonantes más, maldiciéndose a sí misma y a su subconsciente por no ser capaz, ni siquiera, de controlar a sus sentimientos en sus propios laberintos.
Pero... ¿llevó a cabo sus propósitos iniciales?
ResponderEliminarNo quieras que el texto pierda la poca magia que tiene y que cada uno lo interprete a su manera ;)
ResponderEliminarComo quieras, pero eso te obliga a contármelo en persona ;)
ResponderEliminarTampoco hay mucho que contar de algo que surge de la imaginación :)
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