miércoles, 23 de febrero de 2011

Instante

Hacía mucho que no nos encontrábamos, y no sentía yo precisamente un especial anhelo de hacerlo. Pero qué le vamos a hacer, a veces estos momentos no se pueden evitar.
Sabes, no ha sido tan duro como esperaba. Puede que el haber hallado tu mirada un poco perdida y desamparada frente a la mía haya ayudado más de lo imaginado, y eso ha hecho que yo me sintiera más firme y segura que nunca y que, en mi boca, se mantuviera una sonrisa de oreja a oreja. Eso ha aportado el titubeo evidente en la mueca de tu rostro. Entonces ya, sí que me he tenido que reír, casi sin querer. Y no, no lo siento. Si agachas la cabeza cuando me ves pasar, creo que aún queda algo dentro de tu conciencia que no está del todo en paz. 
Pero tranquila, eh. Que ya algún día se nos olvidará. 
O eso espero, sobre todo por ti. Porque vamos, si cada vez que me ves sonreír cuando te vea piensas que es porque aún me regocijo en cuánto te atormenta tu conciencia, siento decirte que no. No eres tan importante. Simplemente seré, como soy ahora, feliz; y me habrás pillado, como lo has hecho hoy, riéndome una vez más y como tantas veces hago, de la vida misma.

viernes, 18 de febrero de 2011

Monólogo interior externo

Enfrascada en un mundo sin color y casi sin luz, sigue esperando una noche más a que amanezca.
No sabe muy bien por qué. Rutina - supone. Un día más - se dice.
Vuelve a mirar por la ventana, ansía ver el Sol a pesar de no haber dormido en toda la noche. Quizá, el trasiego de gente le haría no pensar.
Mentirosa - se volvió a decir. 
Sabía perfectamente que, hiciera lo que hiciese, no se le hiría de la mente.
Esto tiene que acabar - pensó- sí, debe acabar de una vez por todas. Es el tercer día que no pego ojo y voy a volverme loca...¡joder si todo fuera tan fácil!


Tiró algo de la mesita. No se había dado cuenta que estaba gesticulando mientras pensaba. Lo recogió. Era una foto, de hacía unos tres años más o menos. En ésta aparecía ella rodeada de gente. Sonreía.
Suspiró y la volvió a dejar.
Ahí sí que era feliz - susurró - y ahora...ahora sigo atrapada en un callejón sin salida, queriendo pasar a través de un muro sin descubrir la puerta que tiene que haber escondida por alguna parte. Palpando a ciegas, jugando en tableros de ajedrez que utilizan la gama de grises y buscando en la lírica trovadoresca francesa de principios del siglo XII amores corteses frustrados...son los menos frecuentes, así que dentro de poco optaré por coger a algún romántico alemán, al estilo Hoffmann, y lo disfrutaré como jamás he hecho con ningún otro.

jueves, 3 de febrero de 2011

Barreras de impotencia

Y es que anoche, mientras besaba tus labios
en lo más profundo de mis sueños
no eran precisamente los míos, sino
los de aquel hombre empedernido,
el que ahora roba tu aliento,
quien se queda más que satisfecho
por pasar un buen rato contigo.

Mas acaso no es cierto
que el amor es algo más
que no por ello vierto
mis ganas de llorar
anhelo de un suspiro
que me hace respirar
anhelo de un susurro
que me hace no pensar
que pueda haber algo más
entre tú y aquel rufián.

Demasiado tiempo ha pasado
desde la última lágrima derramada.
Demasiada sangre ha vertido
mi alma desdichada.
El mal presagio se acerca
viene lento y despacio
mas no por eso la espera,
amarga con su presencia y
dulce por su esencia,
debe ser eterna.
Dicha la verdad, todo se oscurece
vuelve mi alma soñadora, a un ataúd inerte,
no fabricado con la mejor madera
más bien de lo que éste alberga,
guarda su verdad dolorosamente intensa
en este, su cajón de fría piedra.