miércoles, 29 de junio de 2011

Dejemos que la marea susurre a nuestros oídos
mientras vamos a la deriva con su vaivén
el camino que el sol no puede mostrarnos
porque la luna enloquece de celos si nos ve.

La Condena

Llegó a casa tras una larga noche. Fue quizás, uno de los mejores encuentros que había tenido desde hacía años. Desinhibida, dejándose llevar totalmente por los elixires prohibidos. Maldito diablo...fue capaz de devolverle la libertad que tanto ansiaba, a cambio de un módico precio: decir la verdad. Parecía sencillo ¿por qué no hacerlo?
Se sintió ligera, como en una nube, sin pisar el suelo firme. Cuántas risas malignas se tornaban a su alrededor. Cuántas miradas cómplices del silencio. Cuánto miedo escondía su libertad.
Lo hizo. Se atrevió y confesó. Tentada por el amor del diablo en persona. 
Maldita mujer.
Gritó y gritó. Gritó a los cuatro vientos, al fondo del mar, al Sol, a la Luna, a la Tierra. Desató su alma vociferando que la amaba. ¡Claro que la amaba! ¡Qué gusto daba poder decirlo! ¡Se lo esculpió a su amada en su propia piel a través de su mirada! En aquella noche no hubo misterios, no hubo secretos. Para ninguna de las dos.
Fue al amanecer, de camino a casa, cuando esa libertad empezó a encadenarla. Ahora era esclava de sus propias palabras. ¡Maldito demonio!
Cayó al suelo, arrodillada y llorosa. Pálida como un fantasma.
Las zarzas hirieron sus rodillas. Comenzaron a sangrar. 
Gritaba. Forzaba una y otra vez su garganta. 
- ¡Soy libre, la amo! ¡Libre, libre, libre! ¡Y nada podrá impedirlo!
Alzó los brazos hacia el cielo, acompañados por su cabeza. 
La mandíbula comenzó a desencajarse. Aullaba, gritaba, berreaba. Producía sonidos insólitos en un ser humano. Sus ojos, negros como el tizón, comenzaron a llorar. Dejaban caer lágrimas de sangre. 
Sus venas marcaban el camino hacia su corazón. 
Una extraña sensación de angustia recorrió todo su cuerpo. Ardía, ardía por dentro. Y esa sensación le producía puro placer.
Las llamas salían por su boca, totalmente desgarrada. Sus dientes se habían convertido en una sierra de marfil, capaz de destrozar todo aquello que se le pusiera por delante.
Rajó su vestido y se lo quitó de golpe. El olor a vómito y putrefacción ensuciaba la dulce seda que la arropaba.
Quienes la encontraron, perdieron su lengua y sus manos. Pues sólo ellas podían saber la verdad.
Fue libre. Podridamente libre. Y feliz. Falsamente feliz.
Eternamente.


viernes, 24 de junio de 2011

Modestia Aparte - Ojos De Hielo

http://www.youtube.com/watch?v=jZAVzs4h2Pw

No importa que hoy no haya salido el sol
Me hace sentir que tu luz es más fuerte
Da igual que no utilices la razón
Porque nunca te ha faltado suerte

Escucha, sé que no debes pensar
Por qué he tardado tanto en conocerte
Tú sabes que no se aprende a volar
tan facilmente
Que además el viento
nunca miente

Y no volver a pasar delante de tu mirada
puedes hacerme temblar y no quiero ver
tus ojos de hielo llorar

Parece que los artistas no te van
Parece que hay tipos con mucha más suerte
Me invento mil formas de arreglar las cosas
Pero se me olvidó que somos dos
Que somos dos...

Y no volver a pasar delante de tu mirada
puedes hacerme temblar y no quiero ver
tus ojos de hielo...

jueves, 23 de junio de 2011

Viviendo en el recuerdo de una ilusión sin esperanza

Leyó los últimos versos del anterior poema, recordando con nostalgia quién los había escrito. Bajó la vista mirando al suelo. No sabía qué hacer. Si fuera una brújula, no sabría mostrar ni el norte ni el sur, y peor aún, no sabría qué es lo que está apuntando. Probablemente, su flecha no tendría un sentido definido. Sería una brújula de adorno, sin duda.
Sostuvo el papel entre sus manos mientras una lágrima resbalaba por su rostro. Se maldecía una y otra vez por haberse fallado. A sí mismo, a sus padres, a todos los que esperaban algo de él.
Puso la radio, a ver si le evadía un poco. No hubo suerte. Sólo empeoró su situación. Sonaba pues, aquella canción que le dedicó en más de una ocasión.
Volvió a leer los versos, con la canción sonando de fondo.
Arrugó el papel y no se enorgulleció de ello precisamente...al contrario, se arrepintió y volvió a estirarlo, como si de un pergamino de valor incalculable se tratase.
Se aferró al recuerdo de su sonrisa, sólo así consiguió esbozar una en su cara. La canción terminó, y con su fin llegaron anuncios. Los escuchó atentamente, como quien, embelesado, ve por primera vez en mucho tiempo los dibujos favoritos de su infancia. Y tomó nota de algún teléfono. Pero no, no era ninguno de los que había dicho la radio.
Volvía a ser su número. Tenía la costumbre de apuntarlo de vez en cuando para que no se le olvidara. Tenía miedo a perder la memoria ¿sabéis? Por eso iba apuntando las cosas que para él eran importantes. Su número de teléfono, su dirección, su nombre...y describía cada dos por tres cómo era física y emocionalmente. Nunca quería olvidar a quien había sido la persona más importante en su vida. Aunque ella no pudiera decir lo mismo de él.

sábado, 18 de junio de 2011

Conmigo

Perdida, 
sombra sin cuerpo, 
sin luz, sin ti,
conmigo.

sábado, 11 de junio de 2011

Un ángel...fue un ángel sin duda lo que en sus brazos se arruyó
pasión desatada en un momento al filo de la cama
a través de su recuerdo
Fue un ángel y no su sombra
ni tampoco su locura
lo sintió como mis dedos sienten las teclas al escribir estas palabras
como el papel siente el fuego que a su cuerpo inflama
tan cálido, tan frío, tan frágil...tan solo...
tan solo sólo se apaga.
Sus lágrimas fueron de acero
rayos inmersos en la oscuridad
se abrieron paso por su cuerpo
cristalino de alas rotas
que resurgieron al alba, tras el último baile.