volver a pensar de noche, a vivir de madrugada, a sentir el frescor de la brisa que el Sol no empapa.
A leer entre sombras, a pensar en silencio e imaginar qué sueños se cruzan en este tiempo.
A cerrar los ojos y verte sonreír, a mirar el amanecer desde mi propio jardín y saber que es eso lo que no te deja dormir.
Sí, sólo es eso lo que necesito. Morir de día y vivir de noche.
¿Pido demasiado?