jueves, 23 de septiembre de 2010

Nada explicable, nada demostrable

No hay nada que me recuerde a ti.
Mire donde mire, nada.

Ni una sonrisa, ni una mirada.
Ni una caricia, ni una palabra.
Ni tan siquiera personas
con las que estés vinculada.

Entonces dime,
¿a qué vienen estas palabras?

Entonces dime,
¿por qué mi mirada mata?

Dime entonces,
¿qué hago aquí sentada?

Dime entonces,
¿por qué no estás olvidada?

Dime por qué estás defraudada
si estas palabras no son para ti.

/Sepa vuestra merced, que en el ardiente fuego del amor eterno, mi mano yo alcanzo a poner, sin padecer más mínimo dolor que cual sentí cuando de vos tuve que partir\

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