viernes, 22 de octubre de 2010

Perdida

Insegura, se preguntaba hasta cuando podría seguir así.
Ya se le estaba terminando la esperanza, y dicen que es lo último que se pierde.
Su mirada estaba perdida. Sus palabras hablaban, sí, pero no decían absolutamente nada.
Su sonrisa hacía ya muchos años que no asomaba, y sus manos eran incapaces de crear algo nuevo.
¿Por qué a mi? Se preguntaba una y otra vez.
Nadie contestaba. 
Sólo estaba ella. Allí, encerrada. Sin saber cómo salir. Sin ver un fino resquicio de luz a través de alguna rendija.
El aire ya le quemaba de lo frío que era. No podía respirar. Se ahogaba. Caía, sin apenas poder apoyarse. Todo vacío. Su alrededor, ella misma...
¿Qué estaba pasando?
Despertó. 
Todos la miraban, y más cuchicheaban. Su madre la cogía de la mano. Su padre asomaba una lágrima.
Tres años más tarde, fue capaz de recordar qué hizo antes de encontrarse en aquella sala blanca enchufada a una máquina. Tres. Y fue la ausencia de su compañera de vida la que le hizo recobrar el recuerdo del último grito...antes de chocar.

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