sábado, 8 de enero de 2011

Ángeles.

Hoy he recordado que hace un par de noches soñé contigo.
¿Hace cuánto que no nos vemos? ¿Seis? ¿Siete años?
Miento. Hace un par de noches. Sé que te vi. Me hablaste en sueños. Aunque no sé si seguías viva.
Me diste tus golpecitos en la espalda, como de costumbre, aunque te costó llegar un poco más que la última vez. Has menguado, o yo he crecido. Quizá ambas circunstancias han coincidido en un mismo punto.
Me comentaste que seguías en Castilla, junto a tu hermana, aunque después de haber ocurrido eso, todo cambió y no sabías muy bien dónde ubicarte. Y seguiste a tu corazón. Por eso volviste al pueblo, y regresaste de visita donde nos conocimos, en aquel tiempo en el que las dos, para hablar, mirábamos de frente y ninguna tenía que ponerse de puntillas. Miento de nuevo, yo sí tenía que hacerlo, aunque no tardé mucho en pillarte. Aunque sé que realmente, nunca te alcanzaré, por mucho que te supere. Y sabes a qué me refiero, no frunzas el ceño.
Fue efímero, el sueño, digo. El tiempo vivido no. Aunque me gustaría que hubiera terminado de otra manera. Mas ya sabemos, las dos, que esto nunca acaba. Sigo teniendo muchas cosas que me diste y compartiste conmigo. Y lo mejor de todo, me enseñaste y mostraste cosas tan simples y tan cotidianas, que es imposible borrar incluso con el paso del tiempo. ¡Ni con libros siquiera!
Siempre recordaré esas palabras que más de una vez me dijiste. No, no voy a ponerlas aquí, tranquila. Seguiré guardando el secreto, nuestro secreto.
Estés donde estés, nunca pierdas ni la vitalidad ni la sonrisa. No te reconocería sin ellas y me perdería.
A ti, gracias.
P.S: Párvulos, 5 años y alfiler en el suelo: Que Santa Lucía te conserve la vista. - La vista no sé, pero la memoria para algunas cosas...

1 comentario:

  1. A veces duele recordar, pero casi siempre merece la pena. Mira qué cosas tan bonitas salen :)

    ResponderEliminar